por Me dispongo a soñarte calladamente,
desde la vereda de enfrente
donde te observo tras el cristal de esta ventana
que conecta mi mundo con el tuyo.
Observo tu gallarda e inconfundible anatomía,
y te veo allí del otro lado de mi mundo
que ya pertenece al tuyo.
Te admiro solariego en aquel jardín
lejano, austero, remoto
dejando volar tu imaginación
queriendo alcanzarme.
En un beso insospechado,
en un beso impalpable.
Llego desde el letargo
a poseerte aún distante.
Y lo que no sabes,
lo que ni sospechas es que...
Yo al igual que tú,
viajo en la azabache noche
en un carruaje de sueños,
tirado de nubes blancas
que por cochero lleva una estrella
que me arroja a las doce campanadas
descalza, envuelta de cenizas
resurgida de ellas cual Ave Fénix
caigo sorpresivamente
sobre tu tibio lecho
mientras duermes
sereno, despojado de humanidad
Te bebo en imágenes de ayer
hasta embriagarme el alma
con la sola idea de perder el rumbo
que me trae de regreso
a esta fría habitación
que huele a sepultado pasado
qué pena por alcanzar tu cielo.
Así me torturo desde que no te tengo.
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